5 de agosto de 2011

Una mujer eternamente violada

altAl despertarse sintió un fuerte olor a loción barata mezclado con sala de urgencias y sudor reciente de hombre en su habitación. Se levantó asustada de la cama para encender la luz y mirase al espejo la fuente del dolor que sentía en la cara. Tenía una ojera más grande y más negra que la otra: era la marca de un puño. Esta vez estaba más golpeada y adolorida que de costumbre. Ya casi era media noche. Trataba de evocar lo sucedido: un hombre la golpeó hasta dejarla inconsciente. Recordó también que solo unos minutos antes que el hombre entrara eran las 11:24 PM. Solo estuvo inconsciente unos 8 minutos. El olor del hombre era fresco. Aún debía estar allí. Sacó una pistola automática de la mesita de noche y fue a buscarlo. No lo encontró en ninguna de las habitaciones.