19 de octubre de 2011

Corazón de Tinta, Sangre de Tinta y Muerte de Tinta, la trilogía detestable de C. Funke


Confieso que leí la primera y segunda parte (Corazón de Tinta y Sangre de Tinta) pero ya no pude más y el tercer libro (del que leí unas 20 páginas) lo escondí por allá en un cajón del closet donde no lo vuelva a ver, esperando con ansias a ver si aparece en mi puerta una de esas personas que cambia libros viejos o inservibles por algún objeto gracioso o que sea más útil, como un platón para poner la ropa sucia o una de esas trancas que se pone bajo la puerta para que el viento no la azote.



Argumento

No niego que la historia tiene argumento y es verosímil. Es buena desde que Mortimer vive feliz con su hija de 12 años (Meggie) hasta que aparece Dedo Polvoriento a mancharles la felicidad. Y a partir de allí se va hilando una historia donde el narrador supo guardarse claves importantes en el argumento e irlos soltando a medida que se desarrollaba en el momento justo. Celebro la hilaridad con que fue desenvolviéndose.

Cuando apareció un personaje llamado Elinor, la cosa empezó a desagradarme. Me impresionó cómo una novela de literatura infantil y juvenil podía tener un personaje que en la mayor parte del tiempo se la pasaba maldiciendo y diciendo improperios. Aunque claro, la literatura no es ningún arte de caridad que tenga el compromiso de enseñar, educar o dejar moralejas; así que me pareció válido porque aunque ese personaje no me gustó en lo más mínimo, sería muy subjetivo decir que es malo. Era un personaje verosímil con características reales y sólidas.

Fui leyendo la novela con gusto hasta que empecé a descubrir que todos los demás personajes se habían vuelto idénticos a Elinor y ya no pude notar una diferencia, de no ser por los recursos vagos que usaba la autora al disfrazar los adjetivos en las intervenciones del narrador en los diálogos. Los personajes principales se fueron adquiriendo un subtexto detestable donde ya no podían hacer nada diferente a andar maldiciendo, y allí empecé a ver puntos inverosímiles en la novela: cuando un personaje que inició con unas características específicas se volvió detestable, sin que la historia sugiriera argumentos reales para que así fuera.

El narrador

La primera parte de la novela inicia con un narrador omnisciente e imparcial, que de un momento a otro pareció matizarse con uno intradiegético que se la pasaba metido en la historia, con opiniones detestables y maldiciendo todo el tiempo. Llegué a pensar que el narrador era Elinor (o Fenoglio que es otro personaje idéntico a Elinor pero en versión masculina) porque tenía su mismo subtexto. Pero luego, cuando fui yendo más a fondo comprendí que no, que eran un narrador chismoso y metido.

Cuando terminé de leer el primer libro, celebré la historia aún con los sinsabores que producía el narrador. Daniel Pennac que sugirió los derechos del lector, decía en uno de ellos que uno tiene derecho a no leer y a no terminar un libro. Fue allí cuando empecé a descubrir mis facetas de sadomasoquismo: “Demosle una oportunidad a la segunda parte a ver si se revindica, no creo que pueda ser peor”. Pero nunca estuve más equivocado, porque el narrador fue más detestable, más metido y chismoso en cada párrafo.

Personajes

Solo a tres personajes rescato en la historia: Mortimer, su esposa Resa y uno de los antagonistas: Capricornio. Fue por ellos que quise darle una oportunidad a la segunda parte.

Otros personajes donde sobresale la vaguedad del autor, ha sido Farid, un personaje sacado de Las mil y una noches. Si bien es comprensible que el argumento indica que Mortimer, su hija y otros son capaces de sacar a los personajes de sus libros leyendo en voz alta, Farid era fantástico donde estaba y fue traído a la trilogía de tinta para ser despellejado cruelmente. Faltó originalidad. Será justificable si uno quiere dañar lo que es de uno, pero ir a maltratar al perro de otro, eso si es el peor de los insultos.
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Publicado en www.ricardodelgado.com.co

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