
En la casa de mi niñez, pasaba los días sin escuela escondido en la biblioteca. Evadía los oficios domésticos y mandados a la tienda, fingiendo que leía. Afuera escuchaba decir: “al niño déjenlo tranquilo que está estudiando”. Si me preguntaban de qué trataba el libro, me basaba en el título para inventar una mentira. En algunos casos no me creyeron. Decidí leerme el final de cada texto para reforzar la historia. Algunos finales los alimenté con escenas de películas que hubiera visto, otros los mezclé entre sí. No tenía tiempo ni ganas de leer, el game-boy no se jugaba solo.
Muchas cosas cambian con el pasar de los segundos y las horas que se multiplican de manera increíble. Cambios a cada instante, pues aunque miremos al mismo lugar dos veces, no vemos lo mismo.
Ya casi me caigo del sueño porque anoche no dormí bien, conmocionado con el cierre de MegaUpload y en la MegaConspiración que existe contra buenos sitios como Cuevana, Taringa y Películas Yonkies (por dar algunos ejemplos). Claro, aunque aún no los han nombrado (y no quiero ni pensarlo) por ahí también podrían filtrarse sitios como YouTube, Facebook y Google Docs.
Para quienes piensan que los píxeles son cosa de computadores viejos o imágenes en baja resolución, les cuento que en un futuro muy cercano las calles estarán completamente pixeladas.
El Año Nuevo comenzó a festejarse el 1 de enero hace relativamente poco tiempo; fue el papa Gregorio XIII quien lo dispuso en 1582 para todos los países católicos, al inaugurar el calendario en vigencia, que sustituyó al juliano.
(Este artículo no lo escribí yo, lo encontré en internet. Desconosco el autor y sus fuentes, pero en él reconozco un valor histórico tan interesante, que me fue imposible dejarlo pasar por alto).
El Enigma del Bosque es una novela que atrapa. Confieso que aún cuando no soy fanático al romanticismo, esta novela promete mucho más. Promete un misterio profundo que el narrador va revelando de a poco, y un desenmascaramiento de la cultura española de principios del siglo XX que apasiona. Es en definitiva una novela narrada con belleza y maestría, con personajes perfectamente desarrollados, con una atmósfera capaz de meternos en la escena y en definitiva, con un excelente argumento que hace que uno se vaya de para atrás.

¿Alguna vez fuiste a algún lugar y pediste un vaso de agua, pero te corrigieron con arrogancia diciendo que es: un vaso "con" agua?
Hay días donde uno no escribe nada, un día como hoy. De hecho, siempre han sido más fáciles los días donde no hay nada que escribir, pues no existe ninguna preocupación. Cuando queremos escribir lo que da vueltas en nuestra cabeza, estamos en la computadora, divagamos minutos y quizá horas sobre cómo lo diremos, sobre cómo plasmarlo en letras sin que pierda lo bonito de ese lugar tan misterioso e inaccesible. La hoja sigue en blanco, con un sin número de frases en el historial que ya hemos borrado. Escribir a veces es frustrante, pero eso le pasa a uno por enamorarse de este arte.
Al despertarse sintió un fuerte olor a loción barata mezclado con sala de urgencias y sudor reciente de hombre en su habitación. Se levantó asustada de la cama para encender la luz y mirase al espejo la fuente del dolor que sentía en la cara. Tenía una ojera más grande y más negra que la otra: era la marca de un puño. Esta vez estaba más golpeada y adolorida que de costumbre. Ya casi era media noche. Trataba de evocar lo sucedido: un hombre la golpeó hasta dejarla inconsciente. Recordó también que solo unos minutos antes que el hombre entrara eran las 11:24 PM. Solo estuvo inconsciente unos 8 minutos. El olor del hombre era fresco. Aún debía estar allí. Sacó una pistola automática de la mesita de noche y fue a buscarlo. No lo encontró en ninguna de las habitaciones.
La Materia Oscura es una trilogía de literatura fantástica escrita por el inglés Philip Pullman. No conocí esta novela hasta el año anterior cuando le pedí a mi sobrino escoger un libro como regalo de cumpleaños (tengo muy poco talento para dar regalos): estuvo en la librería dando vueltas de un lado a otro y me sorprendió cuando lo vi acercarse con un libro gordo, de unas 400 páginas. Era la primera parte de esta trilogía. Lo ojeé un poco, el título La Materia Oscura, el nombre Luces del Norte. En la contracarátula aparecían los otros dos libros (La Daga, y El Catalejo Lacado). Le miré el precio, algo costoso, pero no soy tacaño cuando de literatura se trata. Le pregunté si quería los tres y dijo que sí. Aunque no estuve seguro de si los leería, mi plan macabro era que yo si lo haría.